Autores: Zaira
Soto, Sullay
Melo, Nicole Barroso, Adriana
Alabarce, Leysha
Quiñones
Se acercaba el día del
estudiante. Nos encontrábamos todos sentados en el salón como cualquier otro
día, hasta que mencionaron la pregunta esperada ‘¿A quién le dedicaremos este
día?’
Buena pregunta...
¿Y por qué no a un maestro?
¡¿A un maestro?!
Sí, a un maestro. ¿Qué mejor
que dedicarle nuestro día al responsable de nuestra formación? Al que nos
dedica sus días, todos los días de la semana. A ese maestro único y divertido.
¡Ay sí! Deberíamos dedicarle
este día a nuestra maestra, ya que ella siempre viene muy contenta y su clase
es sumamente interesante. Además, siempre nos pone a pensar sobre los temas de
la clase y no nos da las repuestas. Ella sería ideal para este día.
Es cierto, nunca podré olvidar
lo mucho que se preocupa por sus estudiantes. Y siempre está dispuesta a
modificar el currículo de enseñanza para ajustarse a las necesidades de ellos.
Recuerdo esos días que llevaba merienda adicional para compartir con aquellos
que desafortunadamente no llevaban de comer. Su actitud positiva, disposición a
escucharnos y entendernos, realmente han servido de gran ayuda y motivación
durante el año escolar.
¿Ustedes recuerdan cuando creó
el grupo de baile? Estábamos apenas en cuarto grado y ella nos reunía los
viernes en la tarde para enseñarnos un poco de nuestra cultura y tradiciones.
Sin embargo, era muy exigente con la disciplina, no tan solo en la escuela sino
también en nuestro hogar, pues solía preguntarles a nuestros padres si
estábamos cumpliendo con nuestras asignaciones. Para ella lo importante es la disciplina
ante todo, siempre se mantiene firme en sus decisiones y cuando hacemos algo
mal nos corrige para que no lo volvamos a repetir.
Lo más que me gusta de ella es
que, a diferencia de otros maestros, tiene mucha paciencia con el grupo de estudiantes,
trata de no enojarse con facilidad y busca varias opciones para resolver
problemas. A parte de eso, saca de su tiempo para escuchar nuestras ideas sobre
el tema y siempre contesta nuestras dudas sin evitar ninguna pregunta por miedo
a no saber la respuesta. Aún recuerdo cuando llegó nuestro compañero de
educación especial a la clase. La maestra siempre se ha dedicado a utilizar
distintos métodos creativos con todo el grupo, pero como él necesitaba otra
manera de enseñanza, rápidamente creó juegos instruccionales, trajo material
audiovisual y utilizó otras formas de evaluar creativas y diferentes
enfocándose en las fortalezas del compañero para su éxito académico.
Es cierto... además su forma de
educar va más allá de la metodología y el currículo. Recuerdo lo estresada que me
encontraba por el repaso del examen final. No entendía los conceptos. Entonces
la maestra nos dividió en cuatro grupos, asignando a cada uno un capítulo
distinto. Teníamos que construir un mapa donde explicáramos los conceptos.
Luego, con el mapa de fondo y música, representaríamos teatralmente el
capítulo. Para mí no existe mejor manera de aprender y estimular la memoria que
haciendo y creando. Sin duda salí excelentemente en ese examen.
Y así nos fuimos dando cuenta.
Son exactamente experiencias como estas las que moldean y forman parte de
nuestras vidas. Aquellas huellas que los maestros han dejado en nosotros, los
han convertido en personas de gran importancia y valor, pues fomentaron conocimiento
de una manera distinta, y nos inspiraron a buscar más allá de lo dado.
Ahora sí estamos seguros y
decididos. Pues todas estas razones nos han hecho darnos cuenta de lo mucho que
debemos estar agradecidos nosotros sus estudiantes. Sin una maestra como usted,
no seríamos las personas que somos hoy día.
¡Gracias por ser una gran
maestra!
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